sábado, 7 de diciembre de 2013

Santiago Peregrino en la Portada Norte de la Catedral de Ávila



Portada Norte de la Catedral de Ávila 


     Si en el museo catedralicio de Ávila podemos ver a ese Santiago Peregrino de azabache, en el exterior de esa catedral también podemos ver, aunque con alguna dificultad, un Santiago Peregrino que forma parte del apostolado de la portada norte de dicha catedral.
     Antes de centrarnos en la figura del apóstol Santiago sería conveniente hacer algunos comentarios sobre esta fachada gótica y las vicisitudes que la llevaron al lugar que ocupa actualmente. Para ello, Ávila Jacobea se ha servido de la Memoria de Licenciatura de Nieves Panadero Peropadre "Estudio Iconográfico de la Portada Norte de la catedral de Ávila", publicada en 1982 por la entonces Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila.
     Uno de los problemas que plantea la catedral de Ávila es el concerniente al número de sus portadas y la fecha de ejecución de éstas. Atendiendo a los dos períodos constructivos de la catedral, el primero entre 1160 y 1192, y el segundo de mediados del siglo XIII a mediados del XIV, es lógico que el maestro Fruchel, arquitecto que primeramente dirigió las obras, concibiera la iglesia, aparte de con una fachada monumental, con sendas portadas laterales abiertas, al igual que en San Vicente, en el tramo inmediatamente anterior al crucero.
     Así, la fachada principal fue concebida como la de San Vicente, al estilo borgoñón, con dos torres salientes y entre ambas un pórtico cubierto o narthex, en cuyo fondo se abría una portada arquivoltada y con decoración escultórica.
   Sin embargo, aunque la traza del pórtico quedase concluida durante durante esta primera fase constructiva, no es probable que que se realizara la portada, sino que simplemente quedaría abierto el vano para permitir el acceso al templo, al igual que en las portadas laterales.
     Así, no hay rastro en las portadas actuales de decoración escultórica perteneciente a la primera fase de construcción. Fue en el segundo momento, ya a partir de la segunda mitad del siglo XIII, cuando tuvo lugar la ejecución de las portadas de la catedral.
     Hoy sólo la que abre en el lado norte del crucero presenta características propias de ese período, portada que plantea numerosos problemas, ya que se desconoce su fecha de ejecución, si llegó a construirse alguna vez en ese lugar una portada completa, y su relación con las demás portadas de la catedral.
     El único dato seguro es que la portada que hoy podemos contemplar no es la original, sino que ésta se nos presenta envuelta en una serie de modificaciones del siglo XV y como una reunión de esculturas que, aunque formen un conjunto armónico, plantean un problema iconográfico, debido a que la actual ordenación carece de sentido dentro de lo que podría ser una lectura iconográfica normal.
   También se sabe que en la portada principal llegó a concluirse una portada retraída entre ambas torres, según el primitivo plan del maestro Frunchel. Esta portada occidental fue trasladada a la fachada Norte de la catedral, frente al antiguo palacio episcopal, traslado que se encuentra perfectamente documentado y que fue encargado por el cabildo al maestro toledano Juan Guas.
     Lo que hizo Juan Guas fue trasladar la portada de una fachada a otra, acoplarla a su nuevo emplazamiento y construir en la fachada principal una nueva portada, esta vez situada en línea con los frentes de las torres, eliminando el pórtico de transición.
     Al estudiar esta portada hay que tener en cuenta que el material que destaca es la piedra caliza, material mucho más adecuado que el granito para efectuar la decoración escultórica que aquí se realiza. La utilización de la caliza, si bien permite la facilidad en la talla, ha favorecido también la propia destrucción de la obra, ya que al tratarse de una piedra blanda, al estar continuamente expuesta al riguroso clima de Ávila y estar orientada hacia el norte, la piedra se ha ido erosionando con el tiempo y hoy su estado es lamentable. Muchas de sus figuras están mutiladas, sin manos, brazos o cabezas, otras muy desfiguradas y algunas completamente perdidas, lo que hace muy difícil su estudio.
    El Apostolado, pensado para una portada más monumental, debió de estar primitivamente en la fachada principal y ser aprovechado por Juan Guas en la remodelación de la fachada norte, formando, junto al resto de esculturas, la más completa de las portadas abulenses en cuanto a riqueza escultórica se refiere.
    Dentro de la profusa decoración escultórica de las arquivoltas y del tímpano, Avila Jacobea se quiere centrar en las esculturas del Apostolado colocado sobre los pedestales y doseteles que constituyen las jambas de la portada, seis a cada lado del vano de entrada. Apostolado que es identificado por medio de un atributo personal , aunque la mayoría de ellos se hayan perdido.
   
  Probablemente la figura más fácil identificable de todo el Apostolado sea Santiago el Mayor, situado justo enfrente a la supuesta figura de de su hermano Andrés.
     La figura del apóstol Santiago gozará en España de una gran devoción que hace que se le sitúe entre los principales apóstoles y que su iconografía sea una de las más repetidas durante la Edad Media, apareciendo como guerrero,  como apóstol  a la manera clásica o como peregrino.
     En un primer momento sólo lleva como atributo la espada, ya que fue martirizado y decapitado por Herodes Agripa; con la espada en la mano aparece en Reims, París, Amiens, León. Pero en España trinfará otro modelo iconográfico en el que aparece como peregrino a su propio santuario, así le encontramos en León, en Laguardia y también en Ávila.
     Viste una túnica y sobre ella una cota o aljuba hecha de piel de animal de la que claramente podemos apreciar el pelaje, un sombrero adornado con las típicas vieiras de los peregrinos, al igual que el zurrón que le cuelga del costado izquierdo, presentándonos así la imagen típica de lo que debieron de ser los peregrinos medievales.
     Se trata de uno de los ejemplos más completos que podemos encontrar de Santiago Peregrino, pues además, delante de el se aprecian los restos de algo que podía ser el bordón en el que se apoyaba.
     El Santiago de la catedral de León viste túnica al igual que el resto de los apóstoles, no lleva zurrón, aunque sí el sombrero de peregrino y el bordón; al respecto señala Mª Ángela Franco Mata que el sombrero no aparece en ninguna otra ocasión en España y que tan sólo aparece en Francia en la catedral de Reims por influencia de los peregrinos en cuya ruta caía León; y que el zurrón que en León no aparece es, sin embargo, corriente en Francia pudiendo verle en Chartres o en Reims.
    Hay que puntualizar, por lo tanto, la existencia en Ávila de un Santiago que lleva sombrero y zurrón, al igual que el de Santa María de Laguardia, posiblemente debido a que en España el tránsito de peregrinos era frecuente y por ello su atuendo perfectamente conocido.
     

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Santiago de azabache con una pareja de peregrinos




Anónimo

Primera mitad del siglo XVI

Azabache y dorado

27 x 10 cm.

En la peana: Ora pro nobis beate Jacobe

Museo Catedralicia. Ávila





















     

   En el Museo de la Catedral de Ávila se encuentra esta pequeña composición en azabache que representa a Santiago Peregrino con dos peregrinos arrodillados a sus pies.
     Este notable conjunto fue dado a conocer en la Exposición Internacional de Barcelona del año 1929 por don Manuel Gómez Moreno, que posteriormente se incluye en su Catálogo Monumental de la provincia de Ávila en la edicción de 1983. 
     Gómez Morenos describe así a la pieza: "Santiago de azabache, en traje de peregrino, con una reliquia en la escarcela que pende del bordón, y, arrodillados a sus pies, dos peregrinos, hombre y mujer. Es uno de los que se fabricaban en Compostela, y más bien datará del siglo XVI, aunque conserva dejos de arcaísmo" 
    Este Santiago Peregrino de azabache formó parte la primera exposición de Las Edades del Hombre, celebrada en Valladolid en 1988. La ficha del catálogo de dicha exposición dice así:
     Este pequeño grupo escultórico representa a Santiago Apóstol, caracterizado como peregrino jacobeo, acompañado por dos pequeñas figuras, masculina y femenina, arrodillada a sus lados.
     El tema elegido y el azabache utilizado para ello indican la procedencia compostelana de la pieza.. Al menos desde el siglo XIII, se desarrollaron en Santiago de Compostela la talla y el comercio del azabache, en estrecha vinculación con las peregrinaciones jacobeas. Tal actividad alcanzó su máximo esplendor en la primera mitad del siglo XVI, fecha en que se situaría este grupo.
     La figura de Santiago obedece a uno de los tipos iconográficos del santo más cultivados en esos talleres, el llamado "de pernas" que le representa de pie, descalzo y vestido con la túnica y el manto corto como propio de los peregrinos humildes, que realizaban el viaje a pie. Santiago mantiene su caracterización como Apóstol (rostro barbado,libro en la mano izquierda), pero unida, como es usual en España, a la de peregrino. Como tal, lleva también la calabaza para la bebida atada en la cintura, se cubre la cabeza con un sombrero de ala ancha decorado en la vuelta con una venera (recuerdo y símbolo de las peregrinaciones jacobeas), tiene un rosario en su mano derecha y sujeta con el brazo de ese mismo lado el bordón de caminante (al que le falta en la parte superior el típico remate esférico), del que cuelga la burjaca, abierta en su parte frontal para contener una pequeña reliquia, que no se conserva en la actualidad.
     A los lados del santo se sitúan dos orantes que, labrados en menor tamaño para resaltar el carácter sagrado de aquél, constituirían el retrato convencional del matrimonio que compró (y quizá donó) la pieza. Este es también un tema frecuente en este tipo de azabaches. La indumentaria de ambos es la característica de los peregrinos: túnica ceñida a la cintura, túnica corta y sombrero de ala ancha colgado a la espalda. Cada uno sostiene su correspondiente bordón de caminante. El caballero, barbado como el santo, lleva un rosario; la dama, con la cabeza cubierta por una toca, junta sus manos en oración y las levanta hacia el santo. La imploración de la protección de Santiago expresada por ese gesto, se refuerza con el texto inscrito con letras doradas en la peana "Ora pro nobis Beate Iacobe.
     La pervivencia de una tradición de raíces románicas en los talleres compostelanos de azabachería y el carácter artesanal de su factura, se manifiesta en la repetición de los prototipos y aflora en ciertos rasgos arcaizantes en la talla de los rostros, especialmente en los masculinos: ojos abultados de gruesos párpados, pómulos muy marcados, cabellos distribuidos en mechones recorridos por incisiones rectilíneas, y barbas de trazado esquemático y simétrico, con pequeños rizos convencionales en su término.
    No obstante, la pieza está realizada con especial finura y es una de las mejores de su tipo. Por otra parte, es una excelente muestra de la extensión de la devoción al santo en los territorios de la Corona de Castilla, de la que Santiago se convirtió en patrono.
     
     De nuevo Las Edades del Hombre acogen a este grupo escultórico en la exposición "Testigos" celebrada en Ávila en el año 2004. En el la ficha del catálogo de esta expansión se amplía la información sobre esta pieza labrada en azabache:
     A partir de la variedad de tamaños de las capas de material de las minas de azabache asturianas, las dimensiones de esta obra sugieren su procedencia del área de Villavisiosa, en cuyo concejo los yacimientos pueden alcanzar capas de hasta 15 ó 20 metros de longitud, de 35 a 40 cms de anchura y unos 3 cms de grosor.
     Desde el punto de vista iconográfico responde a un tipo bastante frecuente como peregrino, consolidado ya en la primera mitad del siglo XV. Así se deduce de las indicaciones de las "Hordenanzas Biexas en tiempos de don Lope de Mendoza (1443), donde se detallan como objeto de azabache "ymagen de Santiago, Crucifixo. conchas, sortellas". Deriva de la iconografía monumental, siendo lenta su evolución, desde la saya rozagante del principio hasta irse acortando progresivamente, por imperativo de las peregrinaciones, que buscaban acercar a Santiago con el propio peregrino; el traje del camino debía de ser cómodo. Perviven incluso los dos tipos en la primera mitad del siglo XVI. En los inventarios ese siglo figuran contratos de Santiagos de "manto o peana" (con vestidos largos), de "pernas" (traje por media pierna), de "mandiletes" (sobretúnica).
     Con la mano sostiene un rosario, presente en multitud de esculturas de los siglos XV y sobre todo XVI, aunque de forma desigual, en la ruta jacobea. Dicha devoción es considerada como fundada por el dominico Alain de la Roche, en el siglo XV. La idea del "Rosenkranzbild" entendida como una fraternidad universal, se concretó en 1474 en la Confraternidad del Rosario, fundada por Jacob Sprenger, prior de los dominicos de Colonia. En España se introdujo por medio de los peregrinos alemanes, deviniendo un atributo de las figuras en azabache y objeto devocional independiente. Los dos peregrinos, hombre y mujer arrodillados, sin duda un matrimonio, se disponen sobre la peana asimismo de azabache, con la invocación grabada en capitales "ORA PRO NOBIS BEATE IACOBI" "RUEGA POR NOSOTROS SANTIAGO", y los signos de peregrino debajo. Esta invocación es una transposición de la letanía lauretana, extrapolando la invocación mariana a la jacobea.

     El Doctor Yzquierdo Perrín afirma que esta iconografía de Santiago con peregrinos realizadas en azabache, dispersa por diferentes países, en Compostela no se conserva ninguna imagen antigua, aunque fueron realizadas en los talleres de los azabacheros con una composición simétrica al colocar en el centro la imagen de Santiago, piezas talladas para vendérselas a los peregrinos y que hoy se exhiben en colecciones privadas o en museos, resaltando que una de las más conocidas es esta que se conserva en el museo de la catedral de Ávila. 

     Este Santiago de azabache también estuvo en la exposición "Santiago, Camiño de Europa. Culto y Cultura en la Peregrinación a Compostela" celebrada en el monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela en 1993.




     

domingo, 24 de noviembre de 2013

Las pinturas del Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila (3)

     En las calles laterales del tercer cuerpo hay dos óleos sobre tabla de Pablo Camino que representan La resurrección del hijo de la viuda de Naín y Los discípulos de Santiago piden ayuda a la reina Lupa para enterrar su cuerpo.


         Resurrección del hijo de la viuda de Naín en presencia del apostol Santiago.
         Óleo sobre tabla. Pablo Camino.

         En primer plano aparece Jesús en actitud de consolar y bendecir a una mujer que se arrodilla ante él. Detrás de ella, el apóstol Santiago, también arrodillado, sostiene con la diestra el bordón de peregrino y con la siniestra bendice a la mujer.
      Tras él un hombre imberbe con el cabello corto y chaqueta abotonada con cuello levantado, observa la escena. Podría identificarse con el adolescente que acaba de ser resucitado por Jesús. En otro plano sobresale la cabeza de un hombre mayor con cabello gris, testigo del milagro. Al fondo de la escena, se alzan tres hileras de edificios y calles de una ciudad en perspectiva, con algunos personajes en pequeño tamaño que observan la escena. En el último edificio se ve un arco de medio punto que parece que da acceso al conjunto urbano o a otra calle del mismo.
        El episodio parece identificarse con el milagro de la resurrección del hijo de la viuda d eNaín. En efecto, al acercarse la segunda Pascua de su vida pública, Jesús y sus discípulos, entre ellos Santiago el Mayor, se dirigen a Jerusalén. Al llegar a la ciudad de Naín, situada al sur de Galilea cerca de Nazaret, son testigos del entierro del único hijo adolescente de una viuda, que narra el evangelista Lucas:
       «Sucedió, después, que marchó a una ciudad llamada Naim, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre que era viuda, y la acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: No llores. Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate. Y el que estaba muerto se incorporó y comenzó a hablar; y se lo entregó a su madre. Y se llenaron todos de temor y glorificaban a Dios diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo. Esta fama acerca de él se divulgó por toda la Judea y por todas las regiones vecinas» (Lc. 7, 11-17).



                   Los discípulos de Santiago piden permiso a la reina Lupa para enterrar su cuerpo 
                   Óleo sobre tabla. Pablo Camino.

         En esta pintura se representa uno de los momentos del traslado del cuerpo de Santiago después de haber desembarcado en al puerto de Iría Flavia (Padrón-A Coruña).
         El códice Calixtino y la Leyenda Dorada le dedican expresivos textos, que sirvieron de inspiración a los artistas a lo largo de los siglos. 
        Después de ser degollado en Jerusalén, los discípulos Teodoro y Atanasio recogieron el cuerpo de Santiago durante la noche por temor a los judíos y guiados por un ángel lo trasladaron al puerto de Jafa. Allí encontraron una barca preparada, en donde depositaron el cuerpo, dejando que el designio divino les guiara. De esta manera llegaron al puerto de Iría Flavia. Al depositar el cuerpo sobre una piedra, ésta se transforma y ablanda milagrosamente para adoptar la forma del cadáver y servir de sarcófago. 
      Los sucesos siguientes tienen que ver con dos de las tres escenas del retablo abulense: La reina Lupa, pagana y perversa, que gobernaba en Galicia, recibió a los discípulos del apóstol Santiago, que buscaban un lugar santo donde enterrar el cuerpo martirizado en Jerusalén del maestro. Con engaños, los envió a un monte de su propiedad, en donde les prometió unos bueyes para ayudarles en su traslado. Resultó que tales bueyes eran toros bravos. Al llegar, además había un enorme dragón escupiendo fuego. Los discípulos, lejos de asustarse, hicieron la señal de la cruz y milagrosamente el dragón reventó estrepitosamente y los toros bravos se transformaron en mansos bueyes. Ya sin obstáculos, consiguen trasladar el cuerpo tirado por las reses sin que nadie les indicara el camino, hasta llegar al palacio de la reina. Allí, ella se arrepiente, se hace cristiana y transforma su palacio en una iglesia.
      En esta pintura abulense, la reina Lupa se representa en un trono elevado, bajo palio, luce ricas vestiduras y una corona. En segundo plano se sitúan los cortesanos y los soldados de la reina y el edificio del palacio. 
       A la derecha, Atanasio y Teodoro arrodillados, le piden ayuda para enterrar el cuerpo del apóstol.

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     Estas son las seis pinturas que, junto al altorrelive central, componen el cuerpo iconográfico de Santiago en el retablo mayor de la iglesia abulense que está bajo su advocación. 
       La iglesia de Santiago en Ávila conserva más imágenes de Santiago en sus distintas iconografías y diversos motivos jacobeos en su interior. Ávila Jacobea los irá mostrando en sucesivas entradas tras dar paso a otras representaciones del apóstol Santiago existentes tanto en la capital como en la provincia.
       Utreia et Suseia
     





Las pinturas del Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila (2)

   En las calles laterales del segundo cuerpo, flanqueando el altorrelieve de Santiago a caballo, se encuentran dos óleos sobre tabla atribuidas a Francisco Martín que representan el bautismo de la reina Lupa y el martirio del apóstol Santiago.


     Bautismo de la reina Lupa por el apóstol Santiago.
     Óleo sobre tabla, atribuido a Francisco Martín.

     Según las fuentes, la reina Lupa, arrepentida de sus actos, se convirtió al cristianismo, permitió a los discípulos enterrar el cuerpo del apóstol Santiago en sus dominios y les regaló un palacio para que hicieran en él una iglesia.
     En la pintura abulense, en el eje de la composición, se identifica la reina Lupa arrodillada ante el apóstol Santiago. A la derecha, la figura del apóstol en postura tres cuartos, viste túnica y amplio manto. Con la mano izquierda sujeta el bastón de peregrino y un libro cerrado; con la derecha vierte el agua de una concha sobre la cabeza de Lupa. Detrás de ella, dos sirvientes sostienen una bandeja. con una jarra de agua; con ella ha llenado Santiago la concha para derramarla sobre la cabeza de la reina. Por detrás de Santiago se vislumbra la cabeza de un hombre con barba blanca que asiste al bautismo. El fondo de este lado de la habitación se decora con cortinajes rojos. En el mismo fondo del otro lado, a través de un gran vano, se aprecia un bello paisaje con una ciudad amurallada y montañas en el horizonte.
     Se trata de un episodio simbólico del bautismo de la reina Lupa, que tuvo aceptación en algunos lugares del Camino de Santiago, como lo demuestra esta pintura abulense. 
     Su difusión debió comenzar en la zona de Padrón (A Coruña) pues en esta villa se conservan tres imágenes del bautismo muy similares. Las de la fuente del Carmen, situada al final del puente de Santiago sobre el río Ulla, junto al convento del mismo nombre, y la de la fachada de la ermita de Santiaguiño del Monte, ofrecen una iconografía muy similar a la de la pintura abulense. Así, la organización de las dos únicas figuras, en bulto redondo: la reina arrodillada a la izquierda y Santiago de pie, a la derecha, con los mismos atributos y parecidas indumentarias, lo cual sugiere que procedan de un mismo modelo iconográfico. Una tabla relieve de madera procedente del retablo de la ermita de Santiaguiño do Monte, de cronología anterior, pero en un arte más popular, representa la misma escena, pero la composición es algo diferente a la abulense y a las de la fachada de la ermita y fuente del Carmen: Santiago se sitúa en el lado izquierdo y la reina en el derecho.
     Ramón Yzquierdo Perrín, Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Santiago, en el artículo "Obras iconográficas del apóstol Santiago" publicado en la revista "Ruta Cicloturística del Románico Internacional", editada por la Fundación Cultural Rutas del Románico, afirma que esa iconografía de Santiago Bautista sólo se encuentra en Padrón, donde, conforme a la tradición, predicó en primer lugar.
     Ávila Jacobea lamenta que cuando el profesor Yzquierdo Perrín visitó la ciudad de Ávila para participar en uno de los cursos "Medievalismo y Neomendievalismo en la Arquitectura Española", organizados por la Institución Gran Duque de Alba,no visitara la iglesia de Santiago. Posiblemente se hubiera llevado una gran sorpresa al ver que en esta ciudad en el siglo XVII se conocía esta imagen del apóstol Santiago bautizando a la reina Lupa.
      Está claro que allá por los años ochenta y noventa el tema jacobeo en Ávila dormía el sueño de los justos.
     Mea culpa




     Martirio del apóstol Santiago
     Óleo sobre tabla atribuido a Francisco Martín

   Cuando Santiago predicaba en Jerusalén fue apresado por Abiatar, pontífice de los judíos, y conducido ante Herodes Agripa, quien le condenó a muerte y mandó decapitar.
     El martirio de Santiago ocurrió el 25 de marzo del año 44, día de la Anunciación y Encarnación del Señor.
      En primer plano de la pintura a la derecha, el verdugo con turbante en la cabeza, se muestra de espaldas al espectador y alza la espada con la mano derecha para descargarla sobre la cabeza de Santiago al tiempo que apoya la siniestra sobre ella para asegurar el golpe. Santiago está arrodillado con las manos juntas en actitud de oración y con los ojos cerrados, preparado para la ejecución.
     En segundo plano, a la izquierda se halla un grupo de personajes: soldados a caballo, sacerdotes, quizás uno de ellos sea Herodes, y seguidores del apóstol. A la derecha, un bello paisaje con frondosos árboles y montañas y la ciudad de Jerusalén al fondo. Entre un resplandor de nubes y rayos surge la figura de un ángel en actitud de vuelo, que dirige su mirada hacia el apóstol Santiago.
     A la derecha, en primer plano, destaca un caballero, con un canon de mayor tamaño que el de los demás personajes; viste armadura y porta un gran escudo ovalado de la época del retablo. Seguramente se trata del retrato de un posible mecenas de la obra o patrono de la iglesia de Santiago y lo más probable es que perteneciese a la Orden de Santiago.
     El martirio de Santiago en la ciudad de Jerusalén se narra en los Hechos de los Apóstoles:  «Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan» (Hch. 12, 1-2).
     De este suceso se hicieron eco otras fuentes, como la Leyenda Dorada y el Códice Calixtino. El momento elegido es similar al de otras representaciones. 
   En muchas escenas medievales y renacentistas se registra el momento más cruento de la decapitación: cuando el cuerpo cae al suelo y su cabeza se recoge en una bandeja, inspirado en la escena de la decapitación de san Juan Bautista y el ofrecimiento de su cabeza a Salomé.


sábado, 23 de noviembre de 2013

Las pinturas del Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila (1)

   Dos óleos sobre lienzo y cuatro sobre tabla son las seis pinturas que representan al apóstol Santiago en el retablo mayor de la iglesia de Santiago en Ávila. Los lienzos ocupan las calles laterales del primer cuerpo y son obra del pintor abulense Juan de Angulo, a la izquierda la resurrección de la hija de Jairo en presencia de Santiago y a la derecha el traslado del cuerpo del apóstol en un carro de bueyes.


    Resurrección de la hija de Jairo por Jesucristo en presencia del apóstol Santiago.
    Óleo sobre lienzo. Juan de Angulo.

   En primer plano se figura a Jesús de espaldas con el rostro de perfil en actitud de bendecir con la diestra a la hija de Jairo, que está tendida sobre una cama. Su mirada se dirige a Jesús. A la izquierda, el apóstol más cercano a Jesús es Santiago vestido de peregrino, con bastón, túnica, capa y una vieira colgada al cuello, que repite el gesto de bendición con la diestra. Detrás del apóstol asoman la cabeza dos hombres, seguramente los apóstoles Pedro, barbado, y el hermano de Santiago, Juan, imberbe.
   Este milagro se narra en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Jairo, uno de los jefes de la sinagoga de Jerash al noroeste de Jordania, tenía una hija de doce años muy enferma. Cuando le pidió a Jesús que se acercara a su casa a curarla, le llegó la noticia de su muerte. Jesús le dijo:
   “No temas, tan sólo ten fe. No permitió que nadie le siguiera, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga, y ve el alboroto, y a los que lloraban y a las plañideras. Y al entrar, les dice: ¿Por qué alborotáis y estáis llorando? La niña no ha muerto, sino que duerme. Y se reían de Él. Pero Él, haciendo salir a todos, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que le acompañaban, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talita qum, que significa: Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se puso a andar, pues tenía doce años. Y quedaron llenos de asombro. Les insistió mucho en que nadie lo supiera, y dijo que dieran de comer a la niña” (Mc. 5, 21-43).


    Traslado del cuerpo del apóstol en un carro de bueyes.
    Óleo sobre lienzo. Juan de Angulo.

  En esta segunda pintura los discípulos, después de superar los obstáculos, consiguen volver nuevamente al palacio de la reina Lupa transportando el sarcófago de Santiago en el carro de bueyes, que está atravesando un puente.
    A los discípulos Teodoro y Atanasio acompañan otros dos personajes; uno de ellos mira sorprendido hacia los dos ángeles, parecen guiarles en su camino desde el cielo. En segundo plano se aprecian las montañas y un bosque frondoso.
    La presencia del puente y de los ángeles sugiere el conocimiento del pasaje de la Leyenda Dorada y del Libro III del Códex Calixtino, según la cual los discípulos, por recomendación de la reina Lupa, acuden al rey Filotro que vive en el monte Duyo, que decide matarlos.
    Los discípulos, advertidos por Dios consiguen huir. Les persiguen los soldados. El puente se hunde y los soldados fallecen. Los discípulos vuelven de nuevo ante el rey y éste les facilita los bueyes.
    La Leyenda Dorada también alude a un ángel que libera a los discípulos que habían sido encarcelados por el rey.
    El traslado del cuerpo de Santiago en un carro de bueyes a la actual ciudad de Santiago tuvo una gran acogida en las tablas medievales y en algunos relieves renacentistas y barrocos. 
    En la catedral de Santiago se representa en un tablero de finales del siglo XVI. Otros ejemplos parecidos se localizan en dos expresivas pinturas sobre tabla anónimas: «El puente de la vida y la reina Lupa» de finales del siglo XV conservadas en la catedral de Astorga. En otras dos pinturas, del mismo siglo, que proceden de un retablo de la provincia de Lérida (Museo del Prado) y en el retablo dedicado a Santiago en la iglesia de Santa María de Villalcázar de Sirga (Palencia) del segundo tercio del siglo XVI.

viernes, 22 de noviembre de 2013

El Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila

   El Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila, de 7 metros de ancho y 14,7 de alto, data del primer tercio del siglo XVII. Está estructurado en tres cuerpos con los tres órdenes, al modo clasicista, divididos en tres calles y rematado por un ático, apoyado el primer cuerpo directamente en un zócalo de piedra al carecer de banco.
   La documentación sobre este retablo es muy amplia, encontrándose las cuentas sobre su construcción en el Archivo Diocesano de Ávila, algunas publicadas en 1991 por Francisco Vázquez García en su tesis doctoral "El retablo barroco en las iglesias parroquiales de la zona norte de la provincia de Ávila", que atribuye las dos pinturas del primer cuerpo a Juan de Angulo, las del tercer a Pablo Camino, sin especificar el nombre del pintor de las dos pinturas del segundo cuerpo, aunque en la documentación aparece el nombre de Francisco Martín en relación con la pintura, dorado y estofado del retablo.
   Estos tres pintores abulenses que contrataron la obra por 13.000 reales se encargaron de representar tres episodios de la vida de Santiago y otros tres relativos a la leyenda de la traslatio, lo que indica que conocían la Leyenda Dorada, compilación de relatos hagiográficos reunidos por el dominico Jacobo de la Vorágine, arzobispo de Génova, a mediados del siglo XIII, y el Libro III del Codex Calixtinus, donde se relata el traslado del cuerpo del apóstol Santiago desde Jerusalén a Galicia y su entierro en Compostela, recuperando así diversos motivos iconográficos de la vida y leyenda del apóstol Santiago difundidos a partir de la Edad Media por los Caminos a Santiago.
   Al seguir la lectura habitual de un retablo, de abajo a arriba y de izquierda a derecha, se observa que las pinturas de las calles laterales no siguen ningún programa iconográfico, ya que su colocación está en función del pintor y no del desarrollo cronológico de las escenas.
   Para Ávila Jacobea es significativo que estos pintores abulenses conocieran tanto el Libro III del Codex como la Leyenda Dorada y se hace una pregunta ¿era Ávila una ciudad jacobea en el siglo XVII y la iglesia de Santiago parada para los peregrinos que se dirigían hacia su sepulcro? La pregunta queda ahí y la respuesta en el aire. La de Ávila Jacobea es inequívoca, evidentemente, sí.
   Pero en este retablo no sólo está representada la figura de Santiago Peregrino, está también la posiblemente imagen más reconocida de Santiago, Santiago Miles Christi, sobre un caballo (no siempre blanco) en posición de combate.


   En la caja central del segundo cuerpo un altorrelieve de madera, de la época de construcción del retablo y que a mediados del siglo XVIII se pintó de blanco para imitar piedra, representa a Santiago cabalgando al galope con atuendo de peregrino, sombrero, capa que ondea con el movimiento encorvetado del  caballo y esclavina con vieiras. De la imagen faltan la espada que blandiría su mano derecha y el pendón que sujetaría la izquierda y que posiblemente también tuviera conchas en su campo A sus pies yacen tres hombres con armaduras y el caballo de uno de ellos, que han sido abatidos. En el campo del escudo del personaje de la izquierda figura una media luna en altorrelieve.
   Se refiere a la leyenda que narra cómo en el 834, después de la derrota de Albelda por los musulmanes, los cristianos se retiraron junto a Clavijo, en el valle del Ebro. El rey Ramiro I se quedó dormido y se le apareció el apóstol Santiago montado en un caballo blanco revelándole que al día siguiente vencería a los sarracenos con estas palabras: "cuando me veáis todos en el combate montado en un caballo blanco y ostentando en mi diestra una bandera del mismo color, acometed invocando el santo nombre de nuestro Dios y el mío y no dudéis que la victoria será vuestra".
   En agradecimiento, el rey cristiano estableció el "Voto de Santiago", por el que se ofrecía anualmente y a perpetuidad la primacía de la cosecha y la vendimia a la iglesia de Compostela, siendo abolido por las Cortes de Cádiz en 1812.
   Santiago se convertiría así en el patrón guerrero de España, difundiéndose esta iconografía por la Orden de Santiago, fundada el 29 de julio de 1170, durante la Cruzada de la Reconquista.
   Este retablo fue restaurado en el año 2009 a cargo de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León con la colaboración de la parroquia de Santiago, recuperándose el actual altorreieve de Santiago a caballo que fue desmontado y fragmentado hace varios años, pasando los trozos de madera de la iglesia, donde estuvieron algún tiempo, a la leñera de la casa parroquial para terminar en dependencias del Seminario, de donde fue rescatado por los restauradores que, como si de un puzle se tratara, recuperaron y recompusieron en el lugar que siempre ocupó.
   Ávila Jacobea quiere agradecer a Javier Marcos Florencio, miembro de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Ávila, la cesión de las fotos de este retablo y del Santiago a caballo, así como de las sucesivas pinturas que se irán comentando.

 
   
   
    

martes, 19 de noviembre de 2013

La iglesia de Santiago de Ávila

Hablar de la iconografía jacobea en Ávila nos tiene que llevar inevitablemente a la iglesia de Santiago, punto neurológico de este Ávila Jacobea, aunque la figura de Santiago en sus diversas manifestaciones iconográficas, a caballo y peregrino, este muy repartida por los templos de la capital y de la provincia.
   Ávila Jacobea se ha servido del trabajo "El Retablo Mayor de la iglesia de Santiago de Ávila", aspectos histórico-artísticos e iconograficos,  de Carmen Manso Porto y Abraham Rubio Celada, ambos Doctores en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, trabajo publicado en el año 2009 en el Anuario Brigantino, revista de investigación histórica, artística, literaria y antropológica editada por el Concejo de Betanzos, trabajo que también fue publicado en el año 2011 en el número 43 de la revista Patrimonio Histórico de Castilla y León.
   La iglesia parroquial de Santiago se encuentra en el arrabal del mismo nombre, en la zona sur de la ciudad de Ávila. La tradición sostiene que en su altar se armaban los caballeros de la Orden de Santiago de la ciudad, por lo que en alguna ocasión se le ha llamado iglesia de Santiago de los Caballeros.
   Es de origen románico, aunque el edificio actual es gótico construido en el estilo tardío del siglo XVI, con trazas del arquitecto Martín de Solórzano, bajo el mecenazgo del obispo fray Francisco Ruiz,
   Es de una sola nave de cuatro tramos con bóvedas de crucería y capillas entre los contrafuertes. Destaca la torre de planta octogonal, única de la ciudad, originaria del siglo XIV según Gómez Moreno en su Catálogo Monumental de la provincia de Ávila.
   A lo largo de los siglos, la iglesia de Santiago sufrió algunas transformaciones, siendo las más importantes a consecuencia de la caída de un rayo en 1803, que hizo que la torre se desplomase sobre el tejado, afectando a la bóveda del presbiterio. La reconstrucción fue obra de fray Cristóbal, arquitecto de El Escorial en el año 1804, construyendo una nueva bóveda en un estilo algo diferente y reconstruyendo la parte alta de la torre.

El acceso al templo se hace a través de una puerta  renacentista, decorada con los característicos atributos jacobeos, vieiras, bordones y calabazas.





                                                                                                                                                                                                     


   Unas basas con motivos jacobeos coronadas con bolas de granito franquean las entradas al atrio de la iglesia.
   En estas basas encontramos vierias y calabazas, leyendo en una de ellas el año 1714


  En la cabecera, de planta poligonal, se encuentra el gran retablo mayor, ejemplo muy rico de la iconografía jacobea de las iglesias del Camino de Santiago en el siglo XVII.
   Y sobre este retablo Ávila Jacobea irá comentando en sucesivas entradas las pinturas y el alto relieve de madera que tienen a la figura de Santiago como personaje central.