sábado, 7 de diciembre de 2013

Santiago Peregrino en la Portada Norte de la Catedral de Ávila



Portada Norte de la Catedral de Ávila 


     Si en el museo catedralicio de Ávila podemos ver a ese Santiago Peregrino de azabache, en el exterior de esa catedral también podemos ver, aunque con alguna dificultad, un Santiago Peregrino que forma parte del apostolado de la portada norte de dicha catedral.
     Antes de centrarnos en la figura del apóstol Santiago sería conveniente hacer algunos comentarios sobre esta fachada gótica y las vicisitudes que la llevaron al lugar que ocupa actualmente. Para ello, Ávila Jacobea se ha servido de la Memoria de Licenciatura de Nieves Panadero Peropadre "Estudio Iconográfico de la Portada Norte de la catedral de Ávila", publicada en 1982 por la entonces Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila.
     Uno de los problemas que plantea la catedral de Ávila es el concerniente al número de sus portadas y la fecha de ejecución de éstas. Atendiendo a los dos períodos constructivos de la catedral, el primero entre 1160 y 1192, y el segundo de mediados del siglo XIII a mediados del XIV, es lógico que el maestro Fruchel, arquitecto que primeramente dirigió las obras, concibiera la iglesia, aparte de con una fachada monumental, con sendas portadas laterales abiertas, al igual que en San Vicente, en el tramo inmediatamente anterior al crucero.
     Así, la fachada principal fue concebida como la de San Vicente, al estilo borgoñón, con dos torres salientes y entre ambas un pórtico cubierto o narthex, en cuyo fondo se abría una portada arquivoltada y con decoración escultórica.
   Sin embargo, aunque la traza del pórtico quedase concluida durante durante esta primera fase constructiva, no es probable que que se realizara la portada, sino que simplemente quedaría abierto el vano para permitir el acceso al templo, al igual que en las portadas laterales.
     Así, no hay rastro en las portadas actuales de decoración escultórica perteneciente a la primera fase de construcción. Fue en el segundo momento, ya a partir de la segunda mitad del siglo XIII, cuando tuvo lugar la ejecución de las portadas de la catedral.
     Hoy sólo la que abre en el lado norte del crucero presenta características propias de ese período, portada que plantea numerosos problemas, ya que se desconoce su fecha de ejecución, si llegó a construirse alguna vez en ese lugar una portada completa, y su relación con las demás portadas de la catedral.
     El único dato seguro es que la portada que hoy podemos contemplar no es la original, sino que ésta se nos presenta envuelta en una serie de modificaciones del siglo XV y como una reunión de esculturas que, aunque formen un conjunto armónico, plantean un problema iconográfico, debido a que la actual ordenación carece de sentido dentro de lo que podría ser una lectura iconográfica normal.
   También se sabe que en la portada principal llegó a concluirse una portada retraída entre ambas torres, según el primitivo plan del maestro Frunchel. Esta portada occidental fue trasladada a la fachada Norte de la catedral, frente al antiguo palacio episcopal, traslado que se encuentra perfectamente documentado y que fue encargado por el cabildo al maestro toledano Juan Guas.
     Lo que hizo Juan Guas fue trasladar la portada de una fachada a otra, acoplarla a su nuevo emplazamiento y construir en la fachada principal una nueva portada, esta vez situada en línea con los frentes de las torres, eliminando el pórtico de transición.
     Al estudiar esta portada hay que tener en cuenta que el material que destaca es la piedra caliza, material mucho más adecuado que el granito para efectuar la decoración escultórica que aquí se realiza. La utilización de la caliza, si bien permite la facilidad en la talla, ha favorecido también la propia destrucción de la obra, ya que al tratarse de una piedra blanda, al estar continuamente expuesta al riguroso clima de Ávila y estar orientada hacia el norte, la piedra se ha ido erosionando con el tiempo y hoy su estado es lamentable. Muchas de sus figuras están mutiladas, sin manos, brazos o cabezas, otras muy desfiguradas y algunas completamente perdidas, lo que hace muy difícil su estudio.
    El Apostolado, pensado para una portada más monumental, debió de estar primitivamente en la fachada principal y ser aprovechado por Juan Guas en la remodelación de la fachada norte, formando, junto al resto de esculturas, la más completa de las portadas abulenses en cuanto a riqueza escultórica se refiere.
    Dentro de la profusa decoración escultórica de las arquivoltas y del tímpano, Avila Jacobea se quiere centrar en las esculturas del Apostolado colocado sobre los pedestales y doseteles que constituyen las jambas de la portada, seis a cada lado del vano de entrada. Apostolado que es identificado por medio de un atributo personal , aunque la mayoría de ellos se hayan perdido.
   
  Probablemente la figura más fácil identificable de todo el Apostolado sea Santiago el Mayor, situado justo enfrente a la supuesta figura de de su hermano Andrés.
     La figura del apóstol Santiago gozará en España de una gran devoción que hace que se le sitúe entre los principales apóstoles y que su iconografía sea una de las más repetidas durante la Edad Media, apareciendo como guerrero,  como apóstol  a la manera clásica o como peregrino.
     En un primer momento sólo lleva como atributo la espada, ya que fue martirizado y decapitado por Herodes Agripa; con la espada en la mano aparece en Reims, París, Amiens, León. Pero en España trinfará otro modelo iconográfico en el que aparece como peregrino a su propio santuario, así le encontramos en León, en Laguardia y también en Ávila.
     Viste una túnica y sobre ella una cota o aljuba hecha de piel de animal de la que claramente podemos apreciar el pelaje, un sombrero adornado con las típicas vieiras de los peregrinos, al igual que el zurrón que le cuelga del costado izquierdo, presentándonos así la imagen típica de lo que debieron de ser los peregrinos medievales.
     Se trata de uno de los ejemplos más completos que podemos encontrar de Santiago Peregrino, pues además, delante de el se aprecian los restos de algo que podía ser el bordón en el que se apoyaba.
     El Santiago de la catedral de León viste túnica al igual que el resto de los apóstoles, no lleva zurrón, aunque sí el sombrero de peregrino y el bordón; al respecto señala Mª Ángela Franco Mata que el sombrero no aparece en ninguna otra ocasión en España y que tan sólo aparece en Francia en la catedral de Reims por influencia de los peregrinos en cuya ruta caía León; y que el zurrón que en León no aparece es, sin embargo, corriente en Francia pudiendo verle en Chartres o en Reims.
    Hay que puntualizar, por lo tanto, la existencia en Ávila de un Santiago que lleva sombrero y zurrón, al igual que el de Santa María de Laguardia, posiblemente debido a que en España el tránsito de peregrinos era frecuente y por ello su atuendo perfectamente conocido.